Tal vez no debiera de escribir esto. Hasta hace unos meses me encontraba despedazado. El final de una relación ya estaba anunciada desde hace tres años. Sólo me mantenía la idea de que algo súbitamente cambiaría. Tenía fuertes dolores de cabeza y el brazo se me dormía. La OMS ha declarado tres padecimientos de nosotros como mortales: La hipertensión, la diabetes y los triglicéridos altos, de los cuales yo me declaro su ex víctima. Esto lo sabría hace poco ¿Cómo dejé de serlo?: dejé de tomar el maldito refresco coca cola y las arinas refinadas por consejo del médico R. Lucero. Con esa dieta bajé diez kilos. A esta, la acompañé con mucho ejercicio (correr 45 minutos diarios) y también con la toma de un bebedizo: leche de alpiste. Estuve cerca de 2 meses corriendo en un cerro por el norte de la ciudad. Ya en los últimos días del "tratamiento", internado entre los pinos pude sentir como mis pulmones se despegaron por dentro y como algo se movía por mi torrente sanguíneo. Después, respiré, respiré profundamente. Qué hermoso es respirar. Tenía casi cuatro años sin hacerlo. Es una belleza hacerlo. Recordé a mi mujer. Su belleza, sus promesas... Algo en mi interior me dijo que siguiera respirando. Dejen de beber ese asqueroso refresco y ese pan español. Nos está idiotizando. Lo juro.
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