martes, 25 de mayo de 2010

Sombras nada más













Mi padre era muy “aparecido” al santo sinaloense de Malverde. En mi tierra así se dice. En lugar de “parecido”, se dice “aparecido”. La misma vestimenta, el mismo sombrero. Recuerdo que después de algunos años de su muerte, nos regresaron con desenfado la ropa que él usaba. Yo la recibí por ser el hombre de la casa en ese momento. Cuando la tuve en mis manos, lo primero que hice fue olerla, pero mi reacción fue inusitada. Algo pasó. Si recuerdo bien, ya no tenía su olor. No tenía su presencia. Su mirada. Sus manos. Su corazón y ese irresistible carácter de un hombre de 42 años. 
   Ahora cuando salgo a alguna fiesta de mi provincia y encuentro esos bustos de piedra del santo sinaloense pienso en que realmente lo que simbolizan son los deseos sexuales de las mujeres de mi tierra. Porque Malverde es un tipazo. Es carismático. Tiene un bigote muy bien recortado y si lo vemos con un poco más detalladamente se “aparece” a Pedro Infante. Lógico, porque Infante era de Guamúchil. Ambos con un tremendo carácter. Es un santo. Aunque las estatuillas de Malverde son ridículas. Se “aparecen” a las que dan en las ferias cuando tiras con lo rifles. Que hay de puerquitos, de periquitos, de perritos de barrilitos, etc. Yo no me “aparezco” a Malverde ni a Pedro Iflantem ni a mi padre. Pero si me “aparezco” a la gente de mi tierra: el sistema esquelético delgado y los brazos largos. La mirada como un discreto salvaje bosque verde aunque son cafés mis ojitos. Herencia de los primeros pueblos agricultores. También me “aparezco” a las estatuillas de las ferias. Para mi esas esculturas representan el bulto de ropa que recibí aquel día. Auque después de olerlas se convirtiera en simples trapos.
   Lo que más recuerdo de mi padre es su chiflido: cuando trabajaba, silbaba. Si enamoraba a una mujer silbaba. Si manejaba, silbaba. Todo el tiempo estaba silbando. Debió de haber sido una maldición para a mi querida madre. Traía una silbadera. Ella, a mí me prohibía hacerlo, con la ilusión de que no fuera como él. Ahora que soy un adulto, a la única conclusión que llegué es que las mujeres siempre son problemáticas. No entienden la relación metafísica entre uno y el silbido: Si estás nervioso, silbas. Si tienes miedo, silbas. Si estás enamorado, silbas. Si estás enojado silbas. Si quieres unos tacos al pastor, silbas. Para todo estamos silbando. Todo el tiempo. En el único lugar que veo que no silban es aquí, los capitalinos. Y es que uno silba, no precisamente porque nos queramos sentir Pedro Infante. Creo que mi padre debió de ser un solitario como lo soy ahora. Es por nuestra patria. Ser de nuestra región pesa tanto: los ríos, las montañas, las nubes, los naranjos, la música, la gente. Todo eso corre lenta y pesadamente por nuestra sangre. Cuando pienso entonces en mi padre, en mi gente en mi tierra en todas las canciones que él silbaba me hacen decepcionarme  de la época en que vivimos. 
   Actualmente considero que la virilidad va a la baja. Yo creo que ser hombre, ahora, es malo y peligroso. Mi padre usaba un coche viejito y una pistola en la guantera. Era un Chevrolet 54. Nunca supe realmente el carácter que tenía, pero nunca lo vi rehuir a ningún compromiso. Ya no hay gente de antes. Ahora hasta el asesino más terrible inmediatamente confiesa su crimen, sin ser interrogado. Y es que hay muertos que duelen mucho. Yo creo que cuando asesinaron a Francisco Indalecio Madero debió de haber silbado porque tenía miedo de morir. Hay una estampita de la que compran los escolapios donde él está de pie. A su espalda hay un coche tirado por caballos con la puerta abierta. El escenario es atrás de la cárcel de Lecumberri. Junto a él hay un desconocido del que solo estamos enterados de su nombre: José Ma. Pino Suárez. Madero está recibiendo una descarga de tiros en el pecho. Ahí recibe una descarga de tiros por los federales, pero la realidad no es así. Estos eran conducidos en vehículos separados y Madero es asesinado al darse cuenta que no lo van a meter preso.  El asesino fue el exjefe de la policía de Porfirio Díaz.



   Una tarde venía en un taxi por la carretera México-Cuernavaca y el taxista estaba silbando un tango. Dije, Carlos Gardel. ¿Cómo? Respondió. Le contesté, perdón es: “Mi Buenos Aires Querido” de Carlos Gardel. Sí, siempre lo silbo cuando paso por aquí, y señaló hacia la curva que está por el kilómetro 21. Aquí fue donde se mató. Puta madre, pensé. Gardel había muerto en un accidente horrible en la ciudad de Cali, su avión chocó con otro, en la pista de aterrizaje. No se quejen polacos. Lo estaba confundiendo con Álvaro Carillo. Álvaro Carrillo. Carrillo regresaba de Guerrero, venía manejando y silbando cuando perdió el control de su automóvil. Murió con su familia en la carretera de México Cuernavaca, autor del “Andariego” y “Sabor a mí”, descansa en el panteón Jardín. Otro muerto más de esa misma carretera: Francisco Serrano, general, asesinado en Huixilac, el 3 de octubre de 1927 por órdenes de Álvaro Obregón. A propósito del centenario y lo que falta. "Ejecútenlos", dió la orden. Serrano también silbaba. El silbido, eso es lo que le faltó a la película “La sombra del Caudillo”. Sería interesante saber donde fue filmada esa escena.



   El primer accidente automovilístico bien documentado que he visto es el del famoso James Dean, que era un muchacho gay, y actor de Hollywood, que murió en un auto gran velocidad, le ganó la recta. Iba acompañado de su mecánico. El no venía silbando. El mecánico sí. Otra muerte fabulosa en una carretera, es la del arquitecto mexicano José Carlos Becerra, caído en Brindis, Italia, frente al mar Adriático. Después de haberse ganado una beca Guggenheim en una jugada intempestiva del destino:"El arquitecto mexicano Carlos Becerra Ramos murió hoy en un accidente de carretera, en las cercanías de San Vito de los Normandos. Tenía 34 años de edad (sic)". Autor del “Otoño Recorre las Islas”. Silbaba. El otro, Albert Camus chocó contra un árbol. El automóvil en que el escritor y filósofo viajaba a París como acompañante chocó el 4 de enero de 1960 contra el único árbol que había en el camino, después de que reventara un neumático trasero. Camus tenía 46 años. Filósofo, escritor. Premio Nobel de literatura. Autor de una extraordinaria novela que contiene una fuerza inusitada “El Extranjero”. ¿Ya dije qué silbaba?.



   Felipe Pirela, cantante venezolano. El primer intérprete de “Sombra nada más”. Murió en Costa Rica en una balacera estilo hollywoodezco. Es conocido como el “Bolerista de América”, “Ese bolero es mío”, “Tú y mi amor”, y “Solamente una vez”. Se batió en Puerto Rico al salir de una cantina debido a un mal entendido, aunque la prensa lo relacionó con el narcotráfico. Es el tatarabuelo de Javier Solis. Javier Solis, pésimo actor, se hizo internacionalmente conocido con estas canciones Y otros muertos que se quedan en el tintero. Los dos silbaban muy bien. Yo creo que las mujeres que amo nunca conocerán mi tierra, no les gusta mi chiflido.



Foto de Yuri Valecillo de la exposición: “paredes que gritan”, Foto de alguna calle de la col. Roma DF.


Carlos Gutierrez Valverde: Nació en la huasteca potosina como el famoso rockero mexicano Rockdrigo González. Va a la par de la buena generación de los 60 porque es del 69. A hecho más de 250 pasquines y revistas, 50 talleres literarios, 10 mil borracheras, más de 1000 mesas redondas, como 999 exposiciones. Ha fumado más de medio millar de cajetillas de cigarros. Le ha robado más de tres novias a sus enemigos, tiene un hijo, dos libros de poemas, ha sembrado un árbol, ha sido expulsado de la universidad por apoyar la educación pública y laica en su país, ha leído Juan Salvador Idiota, además era soltero. Pertenece a la Asociación de Escritores de México. Actualmente está escribiendo algunas cosas con el título siguiente: "Huevos Divorciados".

sábado, 20 de marzo de 2010

Nos vamos al mundial


Sonó el primer silbatazo. Este día el director técnico (DT) estaba representado por  un chaparrito, indígena, nacido en Tixtla, Guerrero, donde se cocina el mejor pozole del mundo, y se come el peor platillo del mundo: el caldo tlalpeño. Recordemos que Tixtla pertenecía al Estado de México. Autor de “Clemencia”. Su apellido era Altamirano, fungiendo como Nacho Trelles, periodista, diputado, gran orador, entre otras cosas. Las operaciones para conformar a la caballada, estarían a su cargo: Organizar a las letras mexicanas.
Nuestro pentapichichi, Juan Rulfo, en la delantera. Tenía el primer toque
del juego, pasaría la bola a todos los que nacieron en los 60 y posteriores generaciones. Le tocó sepultar a la gran Novela Revolucionaria. Sepultó a personalidades cómo Fernando Benítez y su "Rey Viejo", a Mauricio Magdaleno, “La tierra grande”,  a Francisco Rojas González "La Negra Angustias", a Martín Luís Guzmán, "La Sombra del Caudillo" (y tío mío ja ja ja , no mentira, él es de los Guzmán de Guadalajara).
Rulfo, hombre de acción y gran viajero, estuvo en el rescate alpino del accidente aéreo en el volcán Popocatépetl donde murió la estrella de cine Blanca Estela Pavón, el senador Gabriel Ramos Millán, el arqueólogo Salvador Toscano, el director de Agricultura de Chiapas y el ingeniero Salvador Ochoa Méndez en 1949, entre otros . ¿Se imaginan? Juan Rulfo en short, ver sus carricitos. Seguro traería   un short que le quedaría grande. En la media cancha reinaba la desolación como el mismo lo había definido en una vía telefónica: "soy el narrador de la desolación".
En el lado izquierdo se encontraba, vistiendo la camisa del Estupiñán, a José Revueltas, él mismo se proclamó como el autor intelectual del movimiento del 68. Filósofo, periodista y fundador del "Machete". Buen bebedor, autor de "El Apando", "Los Muros de Agua".-- El panorama en su cuadrante era filosófico y extraordinariamente religioso. Publicó varias novelas que son de son de difícil lectura. "Dios en la tierra" etc.
En el lado derecho un teniente desertor del ejercito Mexicano, autor de "Tomochic", amigo de ladrones, con quienes extrajo los documentos donde lo acusaba de deserción del Ejercito ante la Suprema Corte. Enemigo del mal gobierno, estuvo en una terrible batalla contra los indios Tarahumaras que fueron esclavizados y llevados a las haciendas henequeneras del sur del país y de donde surgiría un libro muy trágico para mi entender, de John K. Thurner, "México Bárbaro" --nunca lean este libro, de verdad, es terrorífico--.
De goleador, y como el cuarto hombre en la delantera y podría poner a Pelee, pero como odia a los negros, digamos nuestro Maradona... definitivamente Octavio Paz, el más occidentalizado de todos los escritores. Amante de la literatura europea y, según él, de la literatura India... hombre de estado, embajador. Fundador de una revista política, "Vuelta", que fue la que marcó la vida cultura de este país durante varias décadas. Algunos sufrimos todavía las consecuencias de esta cultura centralista y "modernizadora". Enemigo de muchos y amigo de pocos. Autor de varias poesías: "Salamandra", la que más me gusta. La más conocida: "Piedra de Sol".

En la media: Fernando Benítez, súper prolífico, hizo toda una enciclopedia de "Los Indios de México", hombre interesante, también gran viajero y auténtico intelectual en el amplio sentido. Mujeriego y virtuoso, difícil mezcla en nosotros. Se le considera el padre de todas las publicaciones culturales de este país.
Carlos Montemayor, cantante de ópera, políglota, traductor, impulsor de la poesía indígena, y estudioso de los movimientos guerrilleros de esta tierra. Desafortunadamente recién caído. Amigo nuestro.
Jorge Ibargüengoitia, hombre con suerte, lo reconozco como El Porfirio Muñoz Ledo de la literatura, ganador dos veces de la Beca Guggenheim, que le costó que le hicieran la prueba del cáncer de próstata a la antigüita en la embajada yankee. Autor de "Los Pasos de López", "Las Poquianchis", etc. Autor corrosivo, cáustico. “Las Poquianchis" es la historia de unas putas de su estado natal que terminó en un caso judicial muy sonado en los 70.
En la defensa: Elena Garro, autora arrojada y además innovadora, escribió teatro, novela, cuento. “Las dos Helenas”, de Carlos Fuentes hace referencia a ella. Montaba a caballo y se fue de su casa para jamás regresar. Amiga del mejor bailarín del mundo y de Rusia. Una novela suya: "Y Matarazo no llamo".
Como Ávalos, "el de los saque..." tenemos a Salvador Elizondo, hombre solo, que buscó a toda costa el reconocimiento pero sin lograrlo, aún su novela sigue incomprendida, aunque se le atribuye una gran influencia de George Bataille. Hombre elegante y con buen gusto, refinado, amante de la buena vida. Escribía con pluma de oro y bebía champagne en un yate.
Y de portero pongo a Miguel Marín, "El Gato" porque es y ha sido el mejor portero de México y le tocó la fortuna de estar en el mejor equipo del mundo " La Máquina Celeste".

PD: Este comentario puedes intentarlo con familiares tuyos, con políticos, con lideres de vendedores ambulantes, con cineastas, con cantantes, etc, siempre ante los demás serás una persona inteligente si dice que es tu comentario.
Rusia 2018 (Tomado de muro de FB de Temok Saucedo)


viernes, 26 de febrero de 2010

Una palabra dice más que mil imagenes, 2

Cuando ella me cantaba, yo, me quedaba dudando,

me detenía en cada canción y palabra por palabra,

pareciera como si yo pudiera sobrevivir en cada una de estas.

En sus letras se formaban unos círculos pequeños y negros como tréboles verdes.

NO PODIA CREERLO.

Y seguía pensando:

Cómo era posible que en esas sencillas canciones me decía te amo,

Como era que me decía que me quería,

Como era que me decía que pensaba en mi...

Todo era un sueño maravilloso e interminable.

Y entonces cerraba los ojos y los minutos me parecían interminables

y tristes, alegres y dulces,

cómo deseaba que la vida pasara más rápido para siempre estar escuchando sus canciones para no olvidar sus pequeños pechos,

sus ojos café claros

y sus tibios besos.

Algunas veces pensé que ella no lo decía,

que era una fuerza secreta y obscura que me mandaba siempre que la escuchara a ella

y que ella me escuchara a mí.

Ella me amaba y era verdad.

Y en esa imperante necesidad de callarlo y de no decirle nada a nadie

yo me consumía por dentro...

Siempre guardé ese secreto, como un valioso tesoro.

Mi alma se hacía como gelatinosa

y pensaba en ella mientras pensaba en estas canciones,

?cómo decirle todo esto que sentía por ella, cómo…?


y pensaba en Pablo y en Guillen

y pensaba en Juanga y José Alfredo

y al final, con todo el desastre encima, supe que tenía que ser yo mismo,

que simplemente tenía que decirle quién era realmente...

ser de alguna manera, auténtico

Y comprendí que tal vez no sobreviviría,

que lo perdería todo,

su amor, su buena estrella,

y cuando pienso en todo esto,

me confundo y pienso en mis hermanas que me cantaba cuando niño

y sin saberlo, ellas estaban cantándole al hombre que ahora soy

y que ellas querrían tanto en que me convirtiera.

y cuando supe que ella se iría de mi lado

yo, recordé estas humildes canciones y supe que tendría que dejarla partir.

Todo esto lo pensé cuando ocurrió su ausencia...

ahora que soy un hombre y me veo lleno de batallas perdidas

y de heridas y de dentelladas furiosas,

no sé cómo me convertí en el jefe de esta tribu

por eso, ahora yo te pido que no maltrates a la mujer que amas,

no la lastimes

piensa en tus hermanas,

ellas siempre hubiera querido un hombre a su lado

para cantar juntos estas canciones cómo tréboles,

que me cantaron.



Fotografía de Yuri Valecillo.
°Poema que forma parte de una antología: Cien poemas a Pablo Neruda   publicado en Isla Negra, en Chile y que es propiedad de los herederos universa