lunes, 20 de febrero de 2017

¿Cómo dejé de serlo?

Tal vez no debiera de escribir esto. Hasta hace unos meses me encontraba despedazado. El final de una relación ya estaba anunciada desde hace tres años. Sólo me mantenía la idea de que algo súbitamente cambiaría. Tenía fuertes dolores de cabeza y el brazo se me dormía. La OMS ha declarado tres padecimientos de nosotros como mortales: La hipertensión, la diabetes y los triglicéridos altos, de los cuales yo me declaro su ex víctima. Esto lo sabría hace poco ¿Cómo dejé de serlo?: dejé de tomar el maldito refresco coca cola y las arinas refinadas por consejo del médico R. Lucero. Con esa dieta bajé diez kilos. A esta, la acompañé con mucho ejercicio (correr 45 minutos diarios) y también con la toma de un bebedizo: leche de alpiste. Estuve cerca de 2 meses corriendo en un cerro por el norte de la ciudad. Ya en los últimos días del "tratamiento", internado entre los pinos pude sentir como mis pulmones se despegaron por dentro y como algo se movía por mi torrente sanguíneo. Después, respiré, respiré profundamente. Qué hermoso es respirar. Tenía casi cuatro años sin hacerlo. Es una belleza hacerlo. Recordé a mi mujer. Su belleza, sus promesas... Algo en mi interior me dijo que siguiera respirando. Dejen de beber ese asqueroso refresco y ese pan español. Nos está idiotizando. Lo juro.

Humo Sólido 9

Humo Sólido 9

Por Uriel Reyes

Aquí estoy,
desnuda,
sobre las sábanas solitarias
de esta cama donde te deseo.
Veo mi cuerpo
                                                                                                                                                 liso y rosado en el espejo
mi cuerpo,
que fue ávido territorio de tus besos…
Gioconda Belli.

Desde siempre las mujeres poetas de este país han sido fuente de inspiración para mí. Pienso en Margarita Paz Paredes, Enriqueta Ochoa, Rosario Castellanos y un largo etcétera. Hoy saludo y aplaudo que este número 9 de la hoja de poesía Humo Sólido[i] esté dedicado a una mujer como Mónica Martz, poeta en plena efervescencia creativa, hambrienta de compartir su trabajo con nosotros.
La poesía de Mónica nos regala un universo fundacional en el que ella, criatura solitaria, se pasea y contempla las maravillas del “paraíso”. La naturaleza se muestra imponente y amenazadora para esta recién llegada que avanza y descubre la grandeza del mundo. Sus sentidos exacerbados se solazan y se deslumbran ante tal magnificencia, hasta que, al fin,  en estado de gracia,  se posa dulcemente sobre su espalda en algo más que sutil espera.
Enseguida nos regala una imagen asimismo de húmeda soledad en la que percibimos un encuentro en un cuarto de hotel, pero nunca conocemos al otro personaje, o quizá es ella misma que se desdobla, “se” posee y “se” disfruta… o tal vez se trate de un sueño de una incansable y viajera mujer.
En “XXX” asistimos al encuentro sexual  nada más ni nada menos que, con DIOS, así, con mayúscula. Ella es una nuez a la que hay que retirar la cáscara y penetrar; su sexo es un triángulo perfecto, una cumbre de anís y una higuera en la que este Dios se solaza, y la libera de culpas a través del sufrimiento. Este Dios telúrico, que posee y es poseído, ocupa todo el poema. La voz poética femenina (o esta mujer, en sí) se convierte, a su vez, en una especie de madre tierra que se abre ante la embestida de la figura masculina que rasga a la carne (o la tierra) en violento ayuntamiento.



[i]Humo Sólido: cuando ya todo esté prohibido. // Tiraje: 5 mil ejemplares de distribución gratuita// Coordinación: Mario Guzmán / Daniel Olivares. // Poeta número 9: Mónica Martz/ Fotógrafo Bruno Bresani.