sábado, 9 de noviembre de 2013

La marina tiene un barco, la aviación tiene un avión

Qué cosas tiene la vida ¿no les parece?.  Digo esto porque los personajes pintorescos que nos rodean  son un ejercito, por lo menos yo tengo diez amigos así. Amigos que nos han hecho perder un jugoso negocio o con los cuales nos han corrido de alguna fiesta. Pero bueno, al final de cuentas son los que nos llevarán al hospital o nos prestarán algunos recursos o pagarán una multa ante las autoridades. Aceptamos que se han convertido en nuestros cómplices. Les puedo recordar del que se ganó la lotería o del que se casó con la muchacha más bonita del barrio, o del que se hizo licenciado. Recordé uno que está muy lejos de nosotros: Fernando Pessoa. Este señor, adoptó varios nombres. Estos nombres que uso, los vivió y los sintió como si fueran otros humanos. Uno de ellos era un capitán de barco. Ricardo Reis. La verdad es que no me imagino lo que se necesite para manejar un barco o simplemente navegar. Ahora que estoy en Tabasco me han invitado a la pesca del róbalo, que son tres días en altamar. No gracias. Ricardo habrá dirigido peligroso desembarcos o conducido navíos en sus textos. Y es que éste personaje pintoresco, que vivió en Lisboa vivió y gozó cómo un loco. Personajes imaginarios él logró dotarlos de voluntad. Me hubiera gustado  jugar al capitán del velero de Ernest Heminway en la caza del pez vela. 
Entonces me fui muy orondo a Villahermosa: “lleva flores al otoño y recorre islas”, aunque ya estamos a mediados de otoño y las flores que crecen son las de Cempaxúchitl. Todo el itinerario iba bien, hasta que llegué a “El Submarino”. Pedí una cerveza, así genéricamente y me trajeron una que se llama Superior, la rubia superior, no las conocía en tamaño caguama. En este lugar tan apasionante hay un mural de un caricaturista Gutenberg, que es una pila de amigos cómo los que describo. El detalle que me llamó la atención fue un tío que está vestido de marino y su mirada apunta hacia un plato volador. Gracias a un ilustre viejo fotógrafo que bebía en ese lugar pude saber que ese personaje se conoce como El Almirante. Era un parroquiano que se ganó esos galones al caer de un mástil. Se dedicaba a la metalmecánica. No se sabe dónde aprendió sastrería pero fabricaba sus propios uniformes. Le gustaba desfilar en los desfiles militares de Villahermosa y se hacia fotografías al termino, con su madre. Anécdotas como las de él hay otras. Incluso, hay una al revés: el General Medallas, otro ilustre personaje plasmado en un mural, de Rivera. Este general no era de chocolate. Se paseaba uniformado con sus medallas en el pecho en la Alameda Central de nuestra ciudad, pero los chamacos malandros, le pegaban aun lado de ellas, corcholatas. Cómo ya era un viejo, no podía defender su dignidad castrista. Se llamaba Lobo Guerrero. De todas estas cavilaciones me preguntó: ¿quién es el loco, quién es el cuerdo?. (Revisión 28,05,2023)