martes, 28 de julio de 2015

Ven por mí un jueves

Ven por mí un jueves, yo sé que no es sencillo,
desde cuando quería pedírtelo,
porque los jueves son frescos, son ligeros,
son como banderas hondeando en la tarde.

Los  jueves se anteponen a la fiesta y al velorio.
Ellos vienen cálidos cómo un abrazo. 
Son la chispa de que algo inicia,
cómo cuando uno entra a un bar y la maña inicia en él
y los vasos brillan y los floreros y la duela también,
así, brillan... cómo la sonrisa de una mesera que tiene buen humor 
y está dispuesta a conversar con uno 
y puede comprender cualquier plática que entablemos con ella.
O cómo cuando un cantinero te extiende un trago sin cobrarlo.

Lo deseo y lo deseaba, atrévete,  ven por mí un jueves.  

O por lo menos un día que lo parezca, uno solo que no tenga que pedírtelo.
Así, como una  madrugada en la que despierto y me he levantado cinco veces, 
y te he sentido cerca de mí cómo si te recargaras en mi hombro 
y viajáramos en un autobús hacia donde sólo nosotros soñamos.

Un día así, sencillo, como un ramo de flores frescas 
un día, sin grandes ecos, sin grandes noticias.
Un día mediano pero en su profundad espiritual y lento.
Un jueves que dure mucho, un jueves que nos alcance en el recuerdo.


La fotografía corresponde al jardín de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Es cortesía del fotógrafo Juan Carlos Cota Orduño.

sábado, 11 de julio de 2015

También somos nuestro contexto: Ingrid Sáenz


A ELLA LA CONOCÍ EN UN VIAJE A LAS PLANTACIONES CACAOTERAS. Pero el motivo del  viaje comenzó con la historia de un buey que tenían cebando los lugareños para degollarlo al día siguiente. La bestia era café y bien nutrida, apostada en un tubo de hierro y parecía mascar hierba fresca. Los visitantes de las plantas cacaoteras tendrían carne fresca  el próximo fin de semana. El joven matrimonio con el que iba en el automóvil me había recomendado internarme entre las veredas que se abrían en el camino. Así, decidimos un poco al azar tomar un atajo.  En la zona en la que me encontraba había tres magnificas posibilidades: ir a la ciudad de Villahermosa (Villa), ir a las plantaciones de cacao o ir a las playas. Era Junio y las lluvias comenzaban a arreciar. A pesar de ello nos había tocado una buen tarde, se podía apreciar el color verde oro de las cacaoteras apresadas entre las cercas de las propiedades. Los cacaos lucían furiosos por la fuerza de la humedad y los rayos del sol. Algunos de esos frutos son gigantes. El  paisaje  era cómo una postal. Casas con carretas y artículos de labranza. Estas eran de adobe y otras más de un material de construcción reciente. Realmente son construcciones de buen gusto: espaciosas, cómodas  y abrigadoras,  de color amarillo, azul o rosa mexicano. Se podía juzgar el trabajo acumulado desde épocas coloniales.  Casi todas las plantaciones son serias, grandes, ricas, exuberantes, a manera de una hacienda.
(En la fotografía: Ingrid Sáenz, el retrato es Juan De Jesús López )
   Dimos con su casa al término de una vereda recta.  Bajaron del vehículo y esperé a que alguien regresara. Había una camioneta estacionada con las luces de los cuartitos encendidas. Bajé del vehículo e  Ingrid apareció acompañada de los amigos. Descargaba unos mosaicos del auto.  El trato con las piedras talladas y porosas debe ser difícil.  Aunado a ello, Tabasco tiene una gran precipitación pluvial, enemigo número uno para conservar el papel. En junio llueve por lo menos cada tres horas.  Pensar que el grabado es más antiguo que las mismas plantaciones cacaoteras. Aunque. Los primeros grabados que se conocen como tales eran del siglo XIV* y eran alemanes, después fueron hechos  en Inglaterra, Italia para regresar a Alemania a lo largo de tres siglo.  ¿Por qué alguien de una zona alejada debiera de producir grabados en nuestra época actual? Ella se adivinaba como una persona resuelta,  industriosa, fuerte, sonriente, pero además tenía un estudio para grabar y además tenía una prensa. Decimos entonces que cuando surge un nuevo descubrimiento técnico o tecnológico,  desparecerá el cine, la cámara fotográfica, la radio, el libro, etc. Es la suerte del grabado que desaparecerá y no desaparece. Me mostró sus grabados.  Había figuras que en un principio me parecían como los de José Luis Cuevas, retorcidos, corcovados como esparadrapos. Pero conforme fui adentrando en los detalles,  me di cuenta que sólo era mujeres en lo que antes fue un dibujo bien hecho.

   Así fue cómo descubrí que Ingrid Sáenz  hace grabados. Pero además hace preguntas con ellos.  ¿Por qué la mujer nace cuando ya es adulta?   En un principio pareciera una visión en contra de lo masculino,  pero no,  son las respuestas que buscan las mujeres de nuestra sociedad y nuestro tiempo. No a la manera de una visión radical. El hombre desaparece cómo tal pero está ahí, adentro del  grabado. Lo que hace es invitarnos a ver lo que ocurre si la mujer se pudiera compenetrar con la ontología que le corresponde. Es la respuesta de un solo ser donde el género cuenta para todo. Una respuesta femenina para el mundo en su amplio significado de la palabra. La pregunta sobre la belleza femenina esta intrínseca en sus dibujos. La idea de un mundo femenino que se construye día con  día. No es Eva, no es María, no es una diosa griega que canta tragedias a los hombres,  es una mujer que viene desnuda, adulta y consciente al mundo. ¿Qué va a hacer esa mujer?  La respuesta serán las conclusiones que cada uno de los espectadores de los grabados de Ingrid Sáenz  tiene que deshilar.

(La Caja de Pandora. Técnica: aguafuerte, aguatinta y buril/ cobre)
   Llevaba ya tres días husmeando por Tabasco. Había llegado en temporada vacacional baja y todo era interesante para un existencialista. Los restaurantes  vacíos, las playas tranquilas, los  museos cerrados. Pero había buena comida, buen tabaco, buena bebida. Todo lo que un mal estudiante puede soñar. Ya había husmeado lo suficiente en el lugar. Fotografías de cortesía de Claudia Daowz: Grabados: "Tenancingas". Técnicas: litografía.



*Un poco más de información sobre el grabado, vé a este sitio.
http://elmaravillosomundodelgrabado.blogspot.mx/2011/05/historia-y-evolucion-grabado-al-buril.html?showComment=1437079394563#c178970286291069250

jueves, 2 de julio de 2015

Cómo sobrevivir al mundo cultural

A manera de homenaje a Eugenio Ruvalcaba del cual pienso que era igual que su personaje del “Hilito de Sangre”.  
En el 2015 me reencontré a Adrián Román. Lo volví a encontrar cómo siempre. Al parecer a ambos nos ha gustado caminar las calles. Estaba organizando la feria del libro en la ciudad de México. Me acordé de aquella presentación del libro del taller de Eusebio Ruvalcaba. Al parecer ya nos habíamos disculpado un penoso acontecimiento ocurrido unos años atrás.
Ese día que rememoré en ese momento se llevaba a cabo el taller de Eusebio Ruvalcaba. Sería el 2008. El libro que se presentaría era “La Hermandad de la Uva”. Ahí fue donde encontré al “Negro”, es decir a Adrián. Así le decía todo mundo.  El lugar era muy cerca del metro Portales.  Llegué al lugar invitado por Víctor Lombard. Era un edificio multifamiliar, me parece que en un segundo piso. Cuando entré al departamento había unas sillas dispuestas como para una exposición.  También había una página del periódico “La Jornada” enmarcada y puesta en la pared con un texto que decía algo de un hombre sólo en una cantina.  Alguien, un pintor de brocha gorda, pintaba la fachada del edificio. Su figura salpicada de pintura se veía entre las ventanas. Ya la reunión había comenzado. Lo noté porque había tragos por todas partes.  Nos presentamos. Hicieron un círculo mágico. Todos estaban felices. Dijeron algunos textos se distribuyó el libro, que era artesanal y todos maravillados, felices. De pronto Eusebio Ruvalcaba comenzó a decir reiterativamente: "Me voy a ir a beber a La Ópera, pero sólo me voy a ir a beber con él" y me señalaba a mí. Así creo que fue como se comenzaron a caldearse los ánimos porque todos sus miembros se les desencajaba el rostro cada que lo repetía. El caldo de cultivo para la pelea estaba preparado. Aderezado por Ruvalcaba. Todos contra mí y yo contra todos. También a Eusebio Ruvalcaba en un momento de adversidad también le tocaría lo suyo. Ahí en la reunión me encontré con Humberto Ramón Leveth, lo saludé pero estaba tomándose un trago y al parecer había un malentendido pero el asunto no era conmigo. Le reclamaron alguna cosa y comenzaron a empujarse y forcejear. Intervine a favor de Humberto porque lo conocía y estaba solo. Entonces Adrián que hasta ese momento no conocía apoyó a los otros. Todo mundo se hizo a un lado. Fue cuando ocurrió lo de Ruvalcaba. En la reunión había una señora de esas cuarentonas acompañada de una graciosa nena. También había una piñata. Eusebio al ver el jaleo que traíamos, se le ocurrió  tomar la piñata y despedazarla en el piso del departamentito. Eso fue la nota grave, pero a mi parecer no fue a propósito, simplemente no midió las consecuencias del drama por venir. Fue un agravio gigantesco a una pequeña que estaba ilusionada con ese objeto. La niña lloró desconsoladamente y nos rompió el corazón a todos.  A Ruvalcaba se le fueron encima dos personas que le gritaban: “te odio para toda mi vida”. Eran cómo ese tipo de insultos que le dice las mujeres a los hombres o las hijas a los padres. Cosas que ya hemos escuchado. Y el director de la sección de cultura del "Financiero" Victor Roura sacó el garbo y se ofreció él solo, a nombre de todos, a resarcir el daño. La niña y la mamá tuvieron que ser evacuada, de esa reunión de locos.Tomaròn un taxi de urgencia para comprar otra piñata. Mientras tanto yo me preparaba para tirar golpes a diestra y siniestra. Victor Lombard llegó tarde porque había quedado de ver a una de sus esposas y llegó acompañado de ella --nadie sabe exactamente cuántas tiene--. Negociamos la paz y al final salí de ese lugar invitado por los mismos amigos que defendía. Todos ilesos. No hice mal las cosas. Le salvé a un amigo de ser golpeado, pero tuve que retirarme. Mi permanencia era inaceptable. Cuando me fui todo era un aquelarre. Una confusión total. Vociferaban y el señor de la escalera pintaba el edificio de amarillo furiosamente. Vi abordar el taxi a  Roura que decía adiós con su melena plateada. Ese día me salvó que traía cien dólares en mi bolsillo. Podía ir a beber a la Opera, ja.  Así fue que ayer encontré a Adrián Román “El Negro”, cómo siempre.  Cenamos y tomamos café. Me dijo que su madre había fallecido hace poco. De todo esto concluyo: Siempre hay que ser generosos. Qué no se me olvide. Alguna vez he necesitado un café en mi estómago y algún amigo lo ha pagado. 


Fotografía: Yuri Valecillo.